Mi nombre es poesía.

Mi nombre es poesía, la más letal de las pandemias que se inocula a ti cuando la necesitas. El virus que no muere ni mata, el síndrome de la crónica desolación del ser somatizado en el brillo de un irisado himen en el fondo de tu mirada.

Yo soy la que derrumba imperios con uno solo de mis versos. Soy la que sostiene el mundo con mi espiral de deseo concéntrico, la lívido de las estrellas, el inconsciente colectivo de un agujero negro.

Me llamo poesía y soy la asesina en serie de tu cruda realidad de cada día, la que te descuenta los pestañeos, la que te folla los párpados nacarados en el dulce vaivén de la terca mentira que te narran los espejos. Soy sincopado taladro de hipotálamo que perfora tu sien y en silencio te hace abjurar de la bilis corrupta de la amarga rutina de ser el rendido cadáver de ti misma.

Nómbrame en el cadalso del amanecer ungida de gloria y deseo en tu cama. Déjame pernoctar en tu esfínter y desde ahí inocular un peligro latente de cepa madre de revoluciones futuras. Sálvame de ti. Y reniega del mundo antes que serme infiel.

Porque soy despiadada y déspota. Y tú sabrás que mi nombre es poesía cuando recaiga mi venganza sobre ti si me niegas.

Así que déjate enfermar de mi crónico sabor a paladar de palabras jamás dichas antes, a mi vibrante escozor de horizonte, a mi lúbrico mordisco de eterna estirpe de poetas. Y lleva mi nombre en tu bandera y se poesía en la hora aciaga de morir y matar. Y muere por mí. Y vive por mí.

Martes 16: Tardes de Psicoanálisis: ¿Cómo y Porqué surgió el Heteropatriarcado?

«Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.»

He aquí la divina creación… del patriarcado. Sabemos que durante siglos se ha pensado a la mujer desde una perspectiva sumamente falocéntrica, en la cual su situación es siempre de dependencia para con el hombre – primero el padre, luego el marido – estableciendo incluso códigos en los cuales no se hace más que censurarle lo que deberían ser derechos de todo ser humano.

Las mujeres han estado entonces relegadas a la condición de Otra, esa otra que le sirve al varón como mediadora para realizarse como ser trascendente como dice Beauvoir.

Oprimida y despojada a una oscuridad oceánica y a un silencio inhumano, aquellas pocas que – tanto durante el medioevo como llegada la ilustración – buscaron de algún modo afirmarse como sujetos fueron rápidamente calificadas de histéricas, locas, brujas, adoradoras del diablo, herejes y condenadas a baños de agua helada, a encierros reiterados en manicomios o a la mismísima hoguera.

¿Qué es lo que de las mujeres se ha repudiado tanto como para haber llevado a la civilización a construir un patriarcado como sistema de dominación en el cual ésta resulta oprimida?

Y podemos intentar ir más allá:

¿Qué es la mujer? ¿Toda mujer es mujer? ¿Podemos definirla sólo por su diferenciación sexual anatómica? ¿Qué hay entonces del género?

Este martes 16 a las 20:30h en La Rubia Teatre (Ferlandina 29) en la próxima sesión de Tardes de Psicoanálisis procuraremos ahondar sobre estas y otras preguntas en torno a la situación de las mujeres en una cultura que estuvo centenares de años dominada por un discurso falocentrista patriarcal.

Charla dinamizada por: Florencia Franco, psicoanalista.
+ Denate participativo posterior

Organiza: Club Cronopios

Entrada 5€

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